29 de junio de 2010

Fábulas De La Fontaine

A pedido del público va otra fábula de este autor:

EL CONSEJO DE LOS RATONES

En un determinado lugar había un gato que era el terror de los ratones. No les dejaba vivir en paz ni un instante. Les perseguía de día y de noche, de manera que los pobres animalitos no podían respirar tranquilos.

El gato era tan listo que no podían engañarle con sus tretas, y viendo que día a día los ratones disminuían en las garras del gato, decidieron celebrar un consejo.

Unos a otros se pasaron la señal convenida, y una noche oscura se reunieron en un lugar preciso todos los ratones de la vecindad. Después de saludarse cordialmente, pues el peligro hace que la gente se vuelva más amable, se dio en comenzar la asamblea.

Después de varias horas de discusión, sin haber llegado a una conclusión definitiva, se levantó un ratón pidiendo silencio.

Todos se callaron, pues querían escuchar las palabras del que se había levantado; quizá fuera a darles la solución al problema.

Lo mejor sería atar un cascabel al cuello del gato, para que cada vez que se acercara a nosotros, pudiéramos oírle a tiempo y poder escapar.

Los ratones se entusiasmaron ante esta idea, y saltaron y abrazaron al que le había propuesto, como si fuera un héroe.

En cuanto se hubieron calmado, el mismo ratón que había hecho la propuesta pidió de nuevo silencio.

Extrañados, todos se callaron, pensando qué nueva cosa les iría a proponer. Entonces dijo solemnemente:

_ Y quién le pone es cascabel al gato?

Al oír estas palabras, los ratones se miraron unos a otros confusos. Y empezaron a dar excusas:
_ Yo no sé hacerlo.
_ Yo soy muy torpe y se me caería.
_ Yo no soy tan tonto como para hacer esto.

Y uno a uno se fueron desentendiendo del asunto; de modo que al cabo de un rato todos los ratones desfilaron hacia sus casas, y el consejo se disolvió sin haber conseguido nada.

Moraleja: Porque es muy fácil proponer soluciones, pero lo difícil es ponerlas en práctica.



19 de junio de 2010

Carta de Gabriel García Márquez

Esta carta la recibí por el correo electrónico, según se dice la escribió García Márquez a todos sus amigos con motivo de su retiro de la vida pública y como despedida debido a su grave estado de salud. Independientemente de que sea su autor o no, me pareció digna de ser transcripta debido a la profundidad de sus palabras:

"Si por un instante Dios se olvidara de que soy una marioneta de trapo y me regalara un trozo de vida, aprovecharía ese tiempo lo más que pudiera.
Posiblemente no diría todo lo que pienso, pero en definitiva pensaría todo lo que digo.
Daría valor a las cosas, no por lo que valen, sino por lo que significan.
Dormiría poco, soñaría más, entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos, perdemos sesenta segundos de luz.
Andaría cuando los demás se detienen, despertaría cuando los demás duermen.
Si Dios me obsequiara un trozo de vida, vestiría sencillo, me tiraría de bruces al sol, dejando descubierto, no solamente mi cuerpo, sino mi alma.
A los hombres les probaría cuán equivocados están al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse.
A un niño le daría alas, pero le dejaría que él sólo aprendiese a volar.
A los viejos sólo les enseñaría que la muerte no llega con la vejez, sino con el olvido.
Tantas cosas he aprendido de ustedes los hombres... He aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña, sin saber que la verdadera felicidad está en la forma de subir la escarpada.
He aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño, por primera vez el dedo de su padre, lo tiene atrapado por siempre.
He aprendido que un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse.
Son tantas cosas las que he podido aprender de ustedes, pero realmente de mucho no habrá de servir, porque cuando me guarden dentro de esta maleta, infelizmente me estaré muriendo.
Trata de decir siempre lo que sientes y haz siempre lo que piensas en lo más profundo de tu corazón.
Si supiera que estos son los últimos minutos que te veo, te diría: "TE QUIERO" y no asumiría tontamente que ya lo sabes.
Siempre hay un mañana y la vida nos da siempre otra oportunidad para hacer las cosas bien, pero por si me equivoco y hoy es todo lo que nos queda, me gustaría decirte cuánto te quiero, que nunca te olvidaré.
El mañana no le está asegurado a nadie, joven o viejo.
Hoy puede ser la última vez que veas a los que amas. Por eso no esperes más, hazlo hoy, ya que si mañana nunca llega, seguramente lamentarás el día que no tomaste tiempo para una sonrisa, un abrazo, un beso y que estuviste muy ocupado para concederles un último deseo.
Mantén a los que amas cerca de ti, diles al oído lo mucho que los necesitas, quiérelos y trátalos bien, toma tiempo para decirles, "LO SIENTO", "PERDONAME", "POR FAVOR", "GRACIAS" y todas las palabras de amor que conoces.
Nadie te recordará por tus nobles pensamientos secretos. Pide al Señor la fuerza y sabiduría para expresarlos..
Finalmente demuestra a tus amigos y seres queridos cuánto te importan.