19 de junio de 2010

Carta de Gabriel García Márquez

Esta carta la recibí por el correo electrónico, según se dice la escribió García Márquez a todos sus amigos con motivo de su retiro de la vida pública y como despedida debido a su grave estado de salud. Independientemente de que sea su autor o no, me pareció digna de ser transcripta debido a la profundidad de sus palabras:

"Si por un instante Dios se olvidara de que soy una marioneta de trapo y me regalara un trozo de vida, aprovecharía ese tiempo lo más que pudiera.
Posiblemente no diría todo lo que pienso, pero en definitiva pensaría todo lo que digo.
Daría valor a las cosas, no por lo que valen, sino por lo que significan.
Dormiría poco, soñaría más, entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos, perdemos sesenta segundos de luz.
Andaría cuando los demás se detienen, despertaría cuando los demás duermen.
Si Dios me obsequiara un trozo de vida, vestiría sencillo, me tiraría de bruces al sol, dejando descubierto, no solamente mi cuerpo, sino mi alma.
A los hombres les probaría cuán equivocados están al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse.
A un niño le daría alas, pero le dejaría que él sólo aprendiese a volar.
A los viejos sólo les enseñaría que la muerte no llega con la vejez, sino con el olvido.
Tantas cosas he aprendido de ustedes los hombres... He aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña, sin saber que la verdadera felicidad está en la forma de subir la escarpada.
He aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño, por primera vez el dedo de su padre, lo tiene atrapado por siempre.
He aprendido que un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse.
Son tantas cosas las que he podido aprender de ustedes, pero realmente de mucho no habrá de servir, porque cuando me guarden dentro de esta maleta, infelizmente me estaré muriendo.
Trata de decir siempre lo que sientes y haz siempre lo que piensas en lo más profundo de tu corazón.
Si supiera que estos son los últimos minutos que te veo, te diría: "TE QUIERO" y no asumiría tontamente que ya lo sabes.
Siempre hay un mañana y la vida nos da siempre otra oportunidad para hacer las cosas bien, pero por si me equivoco y hoy es todo lo que nos queda, me gustaría decirte cuánto te quiero, que nunca te olvidaré.
El mañana no le está asegurado a nadie, joven o viejo.
Hoy puede ser la última vez que veas a los que amas. Por eso no esperes más, hazlo hoy, ya que si mañana nunca llega, seguramente lamentarás el día que no tomaste tiempo para una sonrisa, un abrazo, un beso y que estuviste muy ocupado para concederles un último deseo.
Mantén a los que amas cerca de ti, diles al oído lo mucho que los necesitas, quiérelos y trátalos bien, toma tiempo para decirles, "LO SIENTO", "PERDONAME", "POR FAVOR", "GRACIAS" y todas las palabras de amor que conoces.
Nadie te recordará por tus nobles pensamientos secretos. Pide al Señor la fuerza y sabiduría para expresarlos..
Finalmente demuestra a tus amigos y seres queridos cuánto te importan.

2 comentarios:

  1. Los días consumidos, agitados de tanto ser vividos se apagaban… extinguiéndose ante la nada que oscila en los pensamientos cansados de una persona…
    Cansan muchas cosas…
    Los caminos que no llevan al destino más deseado…
    Los errores que generan alguna culpa escondida…
    El desgaste de lo cotidiano, de lo igual, lo absurdo de lo rutinario…
    La incomunicación de deseos y pasiones que se ocultan…
    Cansan muchas cosas…
    Y voy a seguir cansado de esas cosas… de las mismas cosas… las que se repiten en esta y en miles de vidas… y si tuviera otra vida también me cansaría de las mismas cosas… Como si en un mundo paralelo se repitieran en mi inevitablemente, atraídas por fuerzas inexplicables… persiguiéndome como si fuera su amo…
    Yo las afronto sin ningún problema, me canso, pero no caigo…
    Porque después de todo me rodeo de las cosas de las que jamás me cansaría…
    Los amaneceres a tus pies como una plebeya disfrazada de princesa…
    Los seres que mutan delante mío sorprendiéndome y robándome sonrisas diarias para vivir…
    Los que crecen delante mío demostrando que lo nuevo siempre está por venir… que no existe lo único en ellos porque su naturaleza es variable…
    Como verte crecer frente a mis ojos, de niña a mujer y de mujer a niña todo a la vez…
    Como ser feliz…
    Jamás me cansaría de esas cosas… jamás me cansaría de verte… jamás me cansaría de verlos…
    Y si tuviera otra vida jamás me cansaría de re-vivirlas una y otra vez… Como si en un mundo paralelo se repitieran en mí para acompañarme… atraídas por fuerzas inexplicables volverían a mí una y otra vez para acompañarme… después de todo son mías… me pertenecen… yo soy su amo…
    De esa forma no me sentiría tan cansado

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  2. Son las cargas de la vida las que generan tal cansancio, las preocupaciones diarias, los problemas no resueltos y el tener que jugar nuestras cartas en un tiempo limitado. Toda esa ansiedad nos lleva a buscar siempre algo nuevo, sin darnos cuenta a veces que son las pequeñas cosas que nos rodean, las que quizá parezcan demasiado simples, pero que en fín llenan los espacios de nuestra vida. Y como dice la carta si sólo nos quedara un trozo de vida lo aprovecharíamos y no nos sentiríamos cansados de vivir esos últimos momentos.
    Me gusta un fragmento de Goethe en su libro "Los sufrimientos del jóven Werther":
    "He meditado muchas veces sobre el afán de los hombres por dispersarse, por hacer nuevos descubrimientos, por vagar; y luego volver a la tendencia anterior,entregarse de buena gana a la limitación, y seguir adelante por el carril de la costumbre, sin mirar ni a la derecha ni a la izquierda.
    Es curioso; cuando llegué aquí y miré el hermoso valle desde la colina, atrayéndome en torno, pensé: allí el bosquecillo: !ah, si pudieras esconderte entre tus sombras! Allí la cima del monte: !ah, si pudieras mirar desde allí la anchura de la comarca! Y las colinas encadenadas y los valles íntimos: !ah, si pudiera perderme en ellos! Me apresuré a ir allá, y volví atrás sin encontrar lo que buscaba. !Ah, con la distancia ocurre como con el porvenir! Una gran vaguedad en neblina reposa sobre nuestra alma; nuestra sensibilidad se borra, como nuestra mirada, y sentimos anhelo, !Ay!, de entregar nuestro entero ser, dejándonos llenar por toda la delicia de un único, grande y espléndido sentimiento... Y !ay! cuando acudimos allá, cuando el allí se vuelve aquí, todo está como antes, y seguimos en nuestra pobreza, en nuestra limitación; y nuestra alma ansía el refrigerio huído.
    Así, el más intranquilo vagabundo vuelve al fin a anhelar su patria, y en su cabaña, en el pecho de su esposa, en el círculo de sus niños, en las ocupaciones de su casa, encuentra la delicia que en vano buscó por el ancho mundo"

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